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sino que también fortalece la cohesión interna de los
equipos de trabajo.
La inclusión también emerge como un eje clave en
la discusión sobre capacitación digital. Con la
evolución de la inteligencia artificial, nuevas
herramientas permiten atender de forma más
efectiva a personas con discapacidades físicas o
cognitivas. Upadhyay (2024) destaca el papel de la
inteligencia artificial generativa como medio para
diseñar contenidos personalizados adaptados a
distintos niveles de capacidad. Mediante el uso de
comandos o “prompts”, es posible generar
actividades de aprendizaje que se ajusten tanto en
formato como en dificultad a las necesidades de
cada empleado. Esta tecnología permite transformar
la experiencia formativa en algo verdaderamente
accesible, lo que no solo mejora la adquisición de
conocimientos, sino que también fortalece la
autoestima y la integración laboral. Para lograr
resultados efectivos, es necesario que los equipos de
formación actúen como mediadores entre la
tecnología y las personas, asegurando que el uso de
IA esté orientado pedagógicamente y respete
criterios éticos.
El diseño estructurado de cursos digitales es otro
componente esencial para garantizar la eficacia en
los programas de capacitación. Pankovets (2023)
plantea un modelo dividido en cinco etapas: análisis
de necesidades, diseño instruccional, desarrollo del
entorno virtual, implementación piloto y
evaluación. Esta secuencia permite alinear los
objetivos del curso con los requerimientos de la
empresa, garantizando la pertinencia y viabilidad
del contenido. El diseño instruccional define
claramente los resultados de aprendizaje, los
criterios de evaluación y la organización del
contenido. El desarrollo del curso en línea implica
no solo su montaje en una plataforma, sino también
asegurar su compatibilidad con dispositivos
móviles, su accesibilidad y la facilidad de
navegación para distintos perfiles de usuarios. Al
implementar el curso primero en formato piloto, es
posible detectar errores o áreas de mejora antes de
su difusión masiva. Finalmente, una evaluación
integral permite valorar la calidad del diseño, la
experiencia del usuario y el impacto del curso en el
desempeño laboral.
Una experiencia interesante de integración
tecnológica es la del chatbot “Popeye”, desarrollado
por Colabianchi et al. (2022) para apoyar la
capacitación de operadores en puertos marítimos.
Este asistente conversacional proporciona
instrucciones personalizadas en tiempo real a través
de lenguaje natural, ayudando a los trabajadores en
tareas críticas como la inspección de contenedores.
Dado que los puertos constituyen uno de los
entornos laborales más peligrosos, por la
combinación de maquinaria pesada, sustancias
peligrosas y presión operativa, el acceso inmediato
a orientación clara y contextualizada representa una
herramienta de alto valor. El chatbot permite a los
empleados avanzar en su proceso de formación
mientras realizan sus actividades, reduciendo
errores y mejorando la seguridad. Esta experiencia
refleja el potencial de los sistemas inteligentes
como soporte complementario al aprendizaje
tradicional, especialmente en ambientes de alta
exigencia.
A lo largo de los estudios revisados, se identifican
elementos comunes que permiten comprender las
transformaciones actuales en la capacitación
laboral. La personalización del aprendizaje es una
constante. Tanto la inteligencia artificial como los
entornos gamificados o los diseños instruccionales
flexibles permiten adaptar los contenidos, ritmos y
metodologías a las características del usuario. Esta
adaptabilidad mejora la retención, promueve el
compromiso y favorece una mayor transferencia de
lo aprendido al entorno laboral. Asimismo, se
destaca la importancia de centrar los programas
formativos en las condiciones reales del trabajo, lo
que implica diseñar contenidos basados en
escenarios auténticos, integrando herramientas
tecnológicas que realmente se utilizan en el día a día
de los empleados.
Otra constante es la necesidad de evaluación
continua. Más allá de los tests o cuestionarios al
final de un curso, la evaluación debe estar presente
a lo largo de todo el proceso formativo, permitiendo
ajustes ágiles, retroalimentación inmediata y la
identificación de trayectorias individuales de
aprendizaje. Esto requiere plataformas capaces de
recolectar datos en tiempo real sobre el progreso de
cada participante, así como sistemas de analítica
educativa que interpreten dicha información de
forma útil para los responsables del proceso de
formación.
También es notable la incorporación de estrategias
que combinan capacitación previa con apoyo en
tiempo real. Herramientas como chatbots, entornos
interactivos o simuladores permiten que el
conocimiento esté disponible de forma continua,
integrándose con las tareas cotidianas del empleado.
Esto representa un cambio de paradigma: el
aprendizaje ya no es una etapa previa al desempeño,
sino una parte activa y constante del trabajo. Esta
lógica fomenta una cultura de mejora continua, en
la que cada experiencia es una oportunidad para
aprender, ajustarse y optimizar los procesos.
En resumen, los hallazgos del análisis documental
confirman que las tecnologías digitales tienen un
papel central en la transformación de la formación