datos realmente consta de dos velocidades,
la de subida y la de bajada, siendo común
indicar comercialmente solo la de bajada
(2Mbps). Los datos muestran que la
velocidad de bajada, o de descarga, es
siempre mayor que la de subida. Esto está
en concordancia no solo con lo que ofrecen
comercialmente las operadoras de
telecomunicaciones, sino por el hecho que
los usuarios de Internet generan más tráfico
de descarga que de subida. Para ambas
velocidades, los resultados muestran
variación alrededor del valor mínimo
esperado que, según normativa impuesta
por el organismo regulador, las operadoras
deben cumplir para garantizar condiciones
mínimas de servicio en cuanto a la velocidad
de datos contratada por el cliente. Así, el
sistema óptico garantiza solo 819,2Kbps de
bajada (40% de 2Mbps) y 204.8Kbbps de
subida (40% de 2Mbps). Comparado con el
sistema satelital, muy común en zonas
rurales aisladas o de difícil acceso, y
empleado usualmente por empresas
privadas y algunas entidades estatales, este
garantiza solo el 15% de la velocidad
contratada según OSIPTEL (2018). Así, solo
garantiza 76,8Kbps de bajada (15% de
512Kbps) y 19,2Kbps de subida (15% de
128Kbps). Estos resultados están muy por
debajo a los ofrecidos por el sistema óptico.
Estas amplias diferencias de velocidades a
favor del sistema óptico se traducen en una
mejor calidad de servicio. Fernández y
Sánchez (2014) muestran resultados de
mediciones de velocidad satelital en un
estudio en Huancavelica, similar al presente
trabajo, arrojando como velocidad promedio
de descarga y subida los 10Kbps. Cabe
señalar que la velocidad de datos depende
mucho del presupuesto de potencia; es
decir, si la potencia de la señal se degrada,
la velocidad cae y se manifiesta ante el
usuario como latencias, intermitencias o
cortes en su servicio. Concluye y
recomienda que la alternativa basada en
fibra como red troncal e inalámbrica como
red de acceso es la mejor. Del mismo modo,
Montes (2013) analiza la tecnología satelital
VSAT empleada en medios rurales y
concluye igual que Cruz (2010), favor de la
tecnología óptica actualmente en pleno
auge y masificación.
Finalmente, respecto al nivel de recepción
de la señal inalámbrica (Tabla 4), esta toma
valores por encima de la potencia mínima
reconocible por el equipo receptor del
cliente. Mediciones y resultados similares
son mostrados por Fernández y Sánchez
(2014), pero con una muestra de solo 31
mediciones con el fin de demostrar que la
potencia recibida es mayor a la mínima
reconocible por el equipo receptor
inalámbrico ubicado en las instalaciones del
usuario. Elias (2016) y Guerrero (2017), en
sus respectivos trabajos, para mejorar las
telecomunicaciones en las provincias de
Bagua y Santa Cruz, respectivamente,
consideran en sus resultados la potencia
mínima de recepción para garantizar que la
señal inalámbrica sea reconocida por el
equipo receptor. Esta potencia mínima,
especificada por el fabricante de los equipos
empleados es, para el presente estudio, de
-86dBm. A diferencia de la velocidad de
datos, los valores obtenidos para la potencia
de recepción no pueden ser menores a la
mínima especificada por el fabricante; si
ocurriera tal situación implicaría que el
servicio se viera afectado. Los datos de la