Alex Espinoza Espinoza y Jacqueline Jeanette Santos Julca
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las dimensiones de los estilos de aprendizaje (percepción concreta, percepción abstracta,
experimentación activa y reflexión) y competencias clave como la resolución de problemas, autonomía
académica o creatividad en proyectos. Este hallazgo se alinea con estudios críticos como el de Pashler
et al. (2008), quienes argumentan que no existe evidencia sólida que respalde una mejora en el
aprendizaje al adaptar la enseñanza a estilos individuales.
En contraste, la investigación muestra que las competencias mejor desarrolladas por los estudiantes no
se relacionan con sus estilos de aprendizaje predominantes, sino con la calidad y tipo de metodología
utilizada. Por ejemplo, la competencia con mayor promedio fue la aplicación de valores éticos (M=3.87),
seguida de la autonomía académica (M=3.73), mientras que la resolución de problemas obtuvo la media
más baja (M=3.08). Esta última, a pesar de ser una competencia esencial en la formación matemática,
se presenta como una debilidad persistente, lo que evidencia la necesidad de replantear las estrategias
de enseñanza desde enfoques más integradores.
Aunque se identificó que el estilo de percepción concreta es el más frecuente entre los estudiantes
(M=4.21), esto no se traduce en mejores resultados académicos. La preferencia por el aprendizaje
práctico y directo, común en disciplinas técnicas, parece no ser suficiente para afrontar las demandas
cognitivas que implican análisis abstracto, pensamiento crítico y resolución compleja de problemas
(Martínez & Gómez, 2022). Del mismo modo, los estudiantes con una tendencia reflexiva mostraron
una ligera correlación positiva con la competencia de resolución de problemas (r=0.0466), lo cual es
coherente con la teoría de Kolb, pero su impacto fue limitado.
En esta línea, los resultados refuerzan la importancia de metodologías activas y colaborativas como
elementos clave en el desarrollo de competencias matemáticas, tal como proponen Tobón (2013) y
Zabalza (2009). El uso de estrategias basadas en problemas, trabajo en equipo, proyectos
interdisciplinarios y tecnologías digitales contribuye más efectivamente al aprendizaje significativo que
la simple alineación con un estilo cognitivo individual. Además, se destaca la necesidad de fortalecer la
autonomía y creatividad a través de prácticas pedagógicas que promuevan el pensamiento crítico y la
autorregulación del aprendizaje (Schunk & DiBenedetto, 2021).
Finalmente, el análisis de resultados sugiere que los estilos de aprendizaje, aunque útiles como
referencia, no deben constituirse en el eje central de las decisiones didácticas. La mejora de las
competencias matemáticas requiere un abordaje más amplio, que considere la interacción entre factores
individuales, contextuales y pedagógicos. Este estudio aporta evidencia empírica para sustentar un
cambio en el paradigma educativo, orientado a metodologías activas y centradas en el desarrollo integral
del estudiante.
Conclusiones
Los resultados de esta investigación permitieron concluir que los estilos de aprendizaje no tienen una
influencia significativa en el desarrollo de competencias matemáticas en los estudiantes del Programa
de Ciencias Matemáticas e Informática. Las correlaciones entre estilos y competencias fueron débiles,
lo que sugiere que estas preferencias cognitivas individuales no determinan el rendimiento académico,
especialmente en áreas complejas como la resolución de problemas. Esta evidencia refuerza una postura
crítica hacia los modelos que priorizan la adaptación de la enseñanza a los estilos de aprendizaje,
coincidiendo con investigaciones previas que cuestionan su eficacia pedagógica (Pashler et al., 2008;
Coffield et al., 2004).
En cambio, se identificó que las metodologías activas, el aprendizaje basado en problemas y el uso de
tecnologías educativas constituyen factores más influyentes en la formación de competencias clave. En
este sentido, se recomienda a las instituciones de educación superior transitar hacia modelos
pedagógicos centrados en la acción, la colaboración y la reflexión crítica, integrando estrategias que
promuevan la autonomía, la creatividad y el pensamiento lógico, como lo proponen Tobón (2013) y
Zabalza (2009).
Entre las limitaciones del estudio se encuentra el diseño correlacional, que impide establecer relaciones
de causalidad, así como el enfoque exclusivamente cuantitativo, que no permitió explorar en
profundidad las experiencias subjetivas del proceso de enseñanza-aprendizaje. Además, el estudio se