INTRODUCCIÓN
La conciencia sobre la conservación de la biodiversidad en el Perú se inició en los años 70 con los
trabajos de Marc Dourojeanni y otros que tuvieron gran impacto en la protección de áreas naturales
del Perú. En las últimas décadas, se fortaleció la legislación y las políticas de conservación para
enfrentar los desafíos ambientales contemporáneos (Pulido, 2023).
La biodiversidad fue definida originalmente por Wilson (1997) como, las diferencias heredables se
manifiestan en diversos niveles de organización, abarcando desde los genes presentes en una
población o especie específica, las especies que integran parcial o totalmente una comunidad local,
hasta la comunidad misma que constituye los componentes vivos de los múltiples ecosistemas
globales.
Por ende, para encontrar soluciones que mantengan el equilibrio entre el hombre y la naturaleza
y promuevan el uso racional de los recursos naturales, como la flora y fauna, es crucial considerar
los aspectos sociales (Escobar y Pulido, 2021).
Entre estos recursos esta la fauna que por su variedad de condiciones climáticas y de relieve de
Sarhua, genera un ambiente propicio para la presencia de animales como: la vizcacha, la perdiz, el
gavilán, los zorzales, el zorro, el águila, el cernícalo, el picaflor, el venado, el ovino, entre otros. En
la flora debido a sus atributos como región quechua tiene una gran diversidad de plantas silvestres:
salvia, retama, chamana, cabuya, chillca, molle, muña, sábila y otros, entre frutales está el
ayranpu, el níspero, limón, tuna, durazno, manzana, etc. (Primitivo, 2024).
La cosmovisión andina es una manera particular de comprender el mundo, que abarca la
interpretación de la vida y la comprensión del universo a través de parámetros propios del
habitante de los andes y su entorno cultural y étnico. Esta visión refleja la naturaleza humana de
ser reflexivo, innovador y comunicador de su propio entorno material y celestial en el vasto
territorio de los Andes. En esta relación íntima con su entorno, el hombre andino logra una
conexión total con la vegetación, selvas, fauna, recursos minerales, arroyos, lagunas y cordilleras
(Flores, 2005).
Flores et al. (1999) señala además que, el ayllu es una comunidad de personas unidas por un
sentimiento de hermandad, extendiéndose esta unión a la Pachamama, las plantas y los animales.
Cada persona es un ser social que necesita de conexiones para interactuar con los demás,
basándose en sus tradiciones y creencias del lugar donde nace y vive. Según Taylor (1971, citado
por Vallespir, 1999), todo esto conforma la cultura.
La cultura se describe como un grupo de saberes, creencias, arte, habilidades, moral y tradiciones
que una persona adquiere como miembro de la sociedad. “La naturaleza es un ser viviente que
requiere respeto y un valor sagrado para su preservación” al referirse a la naturaleza en los Andes,
se habla de la Pachamama, que proviene de dos palabras quechuas: pacha, que significa espacio,
tiempo, naturaleza y mundo, y mama, que significa madre tierra (Mejía y Rodriguez, 2005).
Para la gente de los Andes, la conexión con la naturaleza es muy compleja. El runa reconoce con
humildad la grandeza de la naturaleza. Al estar en armonía con el cosmos andino, que une
estrechamente a la persona con el entorno natural, logra tener un sentimiento profundo hacia sus
percepciones (Lozada, 2006).
Existe diferentes interpretaciones de la cosmovisión andina entre ellas:
Illicachi (2014) nos indica que el término cosmovisión se refiere a la forma en que las personas
perciben y valoran el mundo, interpretando y revelando su entorno natural y cultural. En la