Llimpi
ISSN: 2961-2438 (En línea)
Vol. V, N° 1, 2025
Pág. 12 - 19
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FORMACIÓN CIUDADANA EN LA EDUCACIÓN SECUNDARIA:
ENFOQUES Y METODOLOGÍAS
Citizenship Training in Secondary Education: Approaches and Methodologies
Eva Teodora Soto Sullca 1
(evateodora2004@gmail.com)
(https://orcid.org/0009-0005-8181-2485)
1 Unidad de Gestión Educativa Local
de Huancayo - Junín, Perú
Artículo recibido: 19/07/24
Arbitrado por pares
Artículo aceptado: 16/12/24
Artículo publicado: 01/01/2025
RESUMEN
Este artículo de revisión explora la evolución histórica y los enfoques
contemporáneos en la formación ciudadana en la educación
secundaria. Se analizan diversas perspectivas ideológicas y
metodológicas, desde el enfoque institucionalista hasta la ética cívica
de Adela Cortina y la democracia deliberativa de Jürgen Habermas.
Se destaca la importancia del pensamiento crítico y se proponen
metodologías pedagógicas como el aprendizaje basado en problemas y
los juegos de roles para cultivar competencias ciudadanas en los
estudiantes.
Palabras Clave: Formación ciudadana, Educación secundaria,
Ciudadanía activa, Pensamiento crítico.
ABSTRACT
This review article explores the historical evolution and contemporary
approaches in citizenship education in secondary education. Various
ideological and methodological perspectives are analyzed, from the
institutionalist approach to the civic ethics of Adela Cortina and the
deliberative democracy of Jürgen Habermas. The importance of critical
thinking is highlighted and pedagogical methodologies such as problem-based
learning and role plays are proposed to cultivate citizenship skills in students.
Keywords: Citizenship training, Secondary education, Active citizenship,
Critical thinking.
DOI: https://doi.org/10.54943/lree.v5i1.572
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INTRODUCCIÓN
Desde sus orígenes, la educación para la ciudadanía en la educación secundaria ha estado
estampada por una complicada intersección de intereses ideológicos y políticos. Desde las primeras
contribuciones de figuras como John Dewey hasta su encarnación contemporánea en la forma de
controversias entre el liberalismo, comunitarismo y republicanismo cívico, la teoría y práctica en
el campo de la educación ha intentado integrar ciertos tópicos sobre la ciudadanía en la esfera
escolar. En este análisis crítico, yo delineo las características de estos enfoques, enfatizando la
forma de emergencia el más reciente, el enfoque de ciudadanía activa, considerándolo endémico a
la falta de interés democrático entre los jóvenes que vive en una democracia supuestamente
madura. Desde ética cívica de Adela Cortina, que postula la necesidad de integrar los valores
morales y políticos en la educación de la ciudadanía a la deliberación democrática desde Habermas,
que propone entender el dialogo racional como una forma de resolver conflictos y aumentar la
participación democrática, enfoco la importancia y las características del pensamiento crítico como
factor importante en el aprendizaje de competencia ciudadana. Luego propongo la metodología
pedagógica alternativa basada en las innovadoras estrategias como aprendizaje basado en
problemas y simulaciones de roles. Estas estrategias no solo aumentan la educación activa, sino
que también inspiren a los más jóvenes a ser capaces de tener un papel activo en la sociedad que
graduarán. Sumándolo, yo profundizo en los enfoques existentes pedagógicos hacia la formación
ciudadana en la enseñanza secundaria y proporciona maneras pedagógicas que pueden ayudar a
alcanzar el objetivo de la ciudadanía reflexiva y activa en los futuros actores y líderes democráticos.
Historia del enfoque de la ciudadanía activa
El campo de la educación tradicional en educación para la ciudadanía y la ciudadanía está adherido
a intereses ideológicos y políticos, si no hablamos en un sentido extenso, intereses estrechamente
relacionados con el Estado, la nación o los grupos sociales realmente existentes. Como ejemplos
sencillos, podemos mencionar a John Dewey que promovió la educación democrática en la cultura
del pensamiento liberal y progresivo de la época. Suena paradójico porque, en la práctica, hay una
contradicción manifiesta entre independencia, comunismo y república democrática cuando
hablamos en realidad de pedagogía del pueblo y sus problemas. Esos son manifestantes ortodoxas.
En consecuencia, también puede describirse en términos de métodos de enseñanza. Algunos de los
ejemplos son: enfoque institucional, centrado en la lección que se relación al estado, la naturaleza
del estado, símbolos nacionales y valores sociales; enfoque emancipador, centrado sobre los
derechos y obligaciones de cada individuo, un énfasis en la importancia de la libertad y la igualdad.
La última idea sería el enfoque comunitario si se quiere dialogar políticamente sobre temas de
actualidad, encontrar un acuerdo benevolente para la comunidad que respete su identidad. Todos
estos enfoques son importantes, pero suele haber una tendencia a centrarse en uno de ellos en el
contexto del desarrollo docente. En realidad, el interés en la educación cívica activa parece ser
nuevo. Su declaración “Our purpose can be found in the Final Report of the London Citizenship
Advisory Group”, publicado en 1998 y presidido por el profesor Bernard Crick en el Reino Unido.
El grupo fue encargado por el Consejo del Departamento de Educación y Ciencia en Gran Bretaña.
Su informe escueto examina un factor de riesgo para los adolescentes y jóvenes en el Pey en
otras partes del mundo: la alienación, el escepticismo y la falta de participación de los jóvenes en
la sociedad y la democracia.
Propuesta de teoría cívica
Adela Cortina propone la "ética cívica" como un marco para la formación ciudadana. Esta propuesta
se centra en el análisis, la evaluación, la apropiación y la puesta en práctica de valores y principios
de manera dinámica e interactiva dentro de una realidad social específica. Este enfoque está
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orientado a reconocer a los estudiantes tanto como personas (dimensión moral) como ciudadanos
(dimensión política) (Cortina, 2000).
La idea de ciudadanía no alcanza su sentido completo sin las esferas de reconocimiento propuestas
por Axel Honneth: amor, derecho y solidaridad. Según Honneth, estas esferas son esenciales para
el desarrollo integral del individuo y su integración en la comunidad. En este contexto, las
dimensiones política y moral se nutren mutuamente, configurando una manera de ser y estar en
comunidad.
De esto se desprende que una formación ciudadana que busca defender principios democráticos
también pretende que la sociedad, y específicamente la escuela, desarrollen una identidad moral
marcada. Esta identidad moral debe ser pluralista, permitiendo un espacio donde se respeten y
valoren diversas perspectivas y valores.
En resumen, la propuesta de ética cívica de Cortina busca formar ciudadanos que no solo
comprendan y respeten los principios democráticos, sino que también se reconozcan y se respeten
entre como individuos en una comunidad diversa y plural. Esta formación integral es
fundamental para construir una sociedad más justa y democrática.
Propuesta de Ética Discursiva de Democracia Deliberativa
La ética discursiva de la democracia deliberativa, propuesta por Jürgen Habermas, se presenta
como una herramienta para abordar diferencias conflictivas que dificultan la convivencia,
especialmente en el contexto de asuntos públicos que afectan tanto a la escuela como a la
comunidad en general. Frente a la posible resignación ante diferencias entre personas, Habermas
(2003) sugiere un enfoque que trascienda la comunicación habitual, que suele estar limitada por
los registros culturales propios.
Habermas propone avanzar desde la acción comunicativa habitual, que se basa en la interacción
dentro de una misma cultura, hacia la construcción de un discurso que facilite el intercambio de
puntos de vista entre personas con códigos culturales o morales diferentes. Este tipo de interacción
se orienta hacia la búsqueda de consenso, promoviendo una comprensión mutua y la resolución de
conflictos a través del diálogo racional.
En este marco, la democracia deliberativa implica que las decisiones colectivas deben surgir de un
proceso de deliberación inclusiva y racional, donde todos los participantes tengan la oportunidad
de expresar sus opiniones y argumentos. La meta es llegar a acuerdos que sean aceptables para
todos, basados en razones compartidas y no en imposiciones.
La aplicación de esta ética discursiva en el ámbito educativo puede fomentar un ambiente en el
que los estudiantes aprendan a escuchar y respetar las perspectivas de los demás, y a participar
activamente en discusiones constructivas sobre temas que afectan a su comunidad. Este enfoque
no solo fortalece la convivencia y el respeto mutuo, sino que también prepara a los estudiantes para
ser ciudadanos activos y responsables en una sociedad democrática
Enfoque critico reflexivo:
El concepto de pensamiento crítico tiene raíces antiguas, remontándose a tiempos de Sócrates,
quien enseñaba a sus estudiantes a indagar y cuestionar para desarrollar su pensamiento. Su
objetivo era fomentar la reflexión y el análisis en las actitudes y respuestas de sus discípulos (Peña
et al., 2016). Algunos lo definen como un conjunto de procesos cognitivos que implica análisis,
argumentación, toma de decisiones y evaluación (Cangalaya, 2020). Además, incluye la capacidad
de reflexionar sobre el propio modo de pensar, conocida como metacognición, que involucra el
autoanálisis y la autocorrección, elementos fundamentales del pensamiento crítico (Del Río, 2009).
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El desarrollo del pensamiento crítico en los estudiantes de educación básica no solo beneficia su
formación académica, sino también su desarrollo como ciudadanos. Les permite analizar y evaluar
situaciones cotidianas con precisión, formular juicios razonados y argumentos frente a desafíos
sociales, fomentando así el aprendizaje autónomo.
En el currículo de educación secundaria, se promueve el desarrollo de competencias por áreas. El
área de Ciencias Sociales, por ejemplo, busca formar ciudadanos conscientes de su entorno social e
histórico, capacitados para asumir roles de cambio. La competencia "Construye interpretaciones
históricas" fomenta una postura crítica frente a hechos y procesos históricos. Esta habilidad
también se cultiva a través de asignaturas como Comunicación, Matemáticas, Ciencia y Tecnología,
Desarrollo Personal, Ciudadanía y Ética, entre otras.
Estrategias para desarrollar el pensamiento crítico
Para fomentar el desarrollo del pensamiento crítico en los estudiantes, los docentes implementan
diversas estrategias efectivas. Algunos optan por metodologías activas, como foros presenciales y
debates (Lira, 2010). En investigaciones realizadas en Veracruz y Nayarit, México, se utilizó la
tecnología, específicamente un blog, para cultivar el pensamiento crítico entre estudiantes de
primaria. A través de este medio, los estudiantes interactuaron con textos literarios y comentaron
noticias locales (Hernández et al., 2015). En Caracas, Venezuela, otra investigación destacó el uso
de textos literarios, como el Soneto CXXX de Shakespeare, para promover el pensamiento
crítico. Se encontró que esta práctica ayudaba a los estudiantes a ser más asertivos al reflexionar
sobre temas y proponer soluciones, además de fomentar su autonomía al enfrentarse a discursos
que podrían intentar influir en sus creencias y percepciones de la realidad, haciéndolos más
responsables de sus propias interpretaciones (González, 2015).
Enfoque participativo y democrático en la educación:
La Educación Democrática como Medio y Fin Educativo
Según Bolívar (2007), la educación democrática puede entenderse de dos maneras: educar para la
democracia y practicar activamente la democracia. En este sentido, la educación democrática actúa
tanto como medio como fin. Para que los estudiantes aprendan sobre la democracia, es crucial que
esta esté presente en las prácticas cotidianas de la vida pública. Al mismo tiempo, la democracia
debe ser un objetivo educativo dentro del centro escolar, permitiendo a los estudiantes conocer y
participar en actividades democráticas.
Siguiendo a Dewey (1995), la democracia es más que un sistema de gobierno; es un modo de vida
en el que los miembros de la comunidad están fuertemente implicados a través de su participación
en temas de interés común. Esta perspectiva enfatiza la experiencia y la participación en
actividades públicas, donde los ciudadanos se convierten en agentes que configuran y sostienen la
democracia mediante el ejercicio del poder y la toma de decisiones colectivas de manera cotidiana.
Considerar la democracia como una forma de participación activa ciudadana implica que la
educación debe desempeñar un papel crucial en la formación de ciudadanos comprometidos
(Bolívar, 2007). Una educación democrática debe fomentar y permitir la participación a todos los
niveles, destacando especialmente el protagonismo de los niños, niñas y adolescentes (NNA).
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura [UNESCO]
(1993) sostiene que educar para la democracia significa capacitar a los estudiantes para que
participen activamente en todos los aspectos de la vida política y social. La participación activa de
los ciudadanos es fundamental para la democracia (Bolívar, 2007) y constituye la base de una
ciudadanía activa, que se entiende como una construcción social y no solo como la adquisición de
derechos otorgados por el Estado. Este concepto de ciudadanía activa está relacionado con un
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sentido de pertenencia y participación colectiva que permite el desarrollo de competencias
ciudadanas necesarias para desenvolverse en el espacio público (Luna y Folgueiras, 2014).
Educar para la ciudadanía implica formar a los estudiantes para que participen activamente en el
ámbito escolar. La participación activa debe ser un componente esencial en los sistemas educativos,
ya que fomenta la creación de ciudadanos comprometidos con su comunidad, sin importar su edad
o características individuales.
La Participación de los Niños, Niñas y Adolescentes
La etimología de la palabra "participación" proviene del latín "participatio" y "pars", que significa
parte o porción, y del verbo "capere", que significa tomar. Por lo tanto, participar implica formar
parte de algo. Según Hart (1993) la participación es la capacidad de expresar decisiones que afectan
la propia vida y la de la comunidad en la que se vive.
La participación de los NNA supone una colaboración y cooperación para el progreso común, que
genera confianza en mismos y les permite tener voz mediante iniciativas propias. Esta
participación posiciona a los NNA como sujetos sociales capaces de expresar sus opiniones y decidir
sobre asuntos de su interés (Van Dijk et al., 2006).
De Puelles (2014) señala que la participación también es un indicador de la calidad de las
democracias, y por ello, todos los países que se consideren democráticos deben incluir en sus
políticas públicas la formación ciudadana a través de la participación activa. Según Novella y Trilla
(2014), la participación infantil es una experiencia tanto personal como colectiva que permite
involucrarse en proyectos sociales, favoreciendo el desarrollo psicoeducativo, la formación de
valores y la construcción de una ciudadanía activa mediante la acción comprometida en asuntos
de interés para los niños y niñas.
Para evaluar hasta qué punto los NNA participan de manera auténtica, diversos autores han
propuesto niveles de participación, considerando el rol de los niños y niñas y el papel de los adultos
en el proceso. Trilla y Novella (2011) proponen la siguiente tipología:
Simple: Los niños y niñas son meros espectadores o ejecutantes pasivos.
Consultiva: Se les consulta su opinión sobre algún asunto específico.
Proyectiva: Los NNA son agentes activos que diseñan, planean y ejecutan proyectos.
Meta participativa: Los propios niños y niñas generan nuevos espacios y mecanismos de
participación.
Estas categorías reflejan la evolución desde una participación pasiva hasta una participación
activa y autónoma, destacando la importancia de involucrar a los NNA en la toma de decisiones y
en la creación de iniciativas que afecten sus vidas y comunidades.
METODOLOGÍA
Aprendizaje basado en problemas
El aprendizaje basado en problemas (ABP) en la enseñanza de la ciudadanía se fundamenta en un
enfoque pedagógico centrado en el estudiante, inspirado en el método dialéctico de Sócrates, la
filosofía de Hegel y las ideas educativas de John Dewey. Esta estrategia involucra a un grupo de
estudiantes guiados por un tutor, quienes abordan un problema con el objetivo de identificar y
analizar el tema desde diversas perspectivas. El ABP se estructura en tres etapas principales:
establecimiento del problema, análisis y búsqueda de posibles soluciones, según la propuesta de
Wilkerson & Feletti (1989).
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Desde la teoría constructivista de Vygotsky, se enfatiza que el aprendizaje se facilita a través de
la interacción con el entorno y con otros, donde el rol del docente es crucial para estimular el
desarrollo cognitivo y expandir la Zona de Desarrollo Próximo (ZDP) mediante el andamiaje. Esta
perspectiva también es respaldada por Ausubel, quien destaca la importancia de la construcción
cognitiva a partir de las experiencias previas del estudiante.
Monereo (2000) añade que las estrategias de aprendizaje son decisiones estructuradas que el
estudiante toma para recuperar y coordinar conocimientos relevantes según las demandas
específicas del contexto educativo. En el ABP, estos procesos permiten que el estudiante internalice
aprendizajes significativos al formular hipótesis y contrastarlas con la información recopilada,
fortaleciendo así su autonomía y capacidad de reflexión crítica.
El ABP no solo implica resolver problemas prácticos, sino también fomentar el desarrollo cognitivo
y la autonomía del estudiante a través de estrategias que promueven la construcción activa del
conocimiento.
Juego de roles
El juego de roles, conocido también como Role-playing, es una estrategia educativa dinámica y
efectiva que fomenta un aprendizaje significativo al involucrar a los estudiantes en la
representación y reflexión de roles específicos. Esta técnica promueve la creatividad y el trabajo
cooperativo, abordando problemas como el incumplimiento reiterativo de normas de convivencia
en el aula, que afectan el ambiente educativo. Al simular situaciones reales, los participantes
exploran diversos puntos de vista y desarrollan habilidades sociales como la empatía y la resolución
de conflictos, contribuyendo aal fortalecimiento de competencias ciudadanas.
DISCUSIÓN
En resumen, el análisis de los distintos enfoques y métodos de la formación ciudadana destaca una
rica pluralidad de perspectivas y metodologías, cada una con sus puntos fuertes y débiles. Sin
embargo, la base teórica proporcionada por la ética cívica de Adela Cortina y la democracia
discursiva por Habermas presenta un marco muy robusto para la formación de ciudadanos
informados y reflexivos. De manera similar, las metodologías pedagógicas, como el aprendizaje
basado en problemas y el debate de roles, son herramientas efectivas en la promoción de estos
enfoques en el aula. En consecuencia, ambos enfoques y métodos deben ser integrados
coherentemente en las políticas educativas y las prácticas pedagógicas efectivas. Los educadores
deben ser entrenados y apoyados de acuerdo con estas herramientas y las escuelas deben
proporcionar un entorno apropiado y exigente para promover el pensamiento crítico activo y
comprometido entre los estudiantes.
CONCLUSIÓN
La formación ciudadana en la educación secundaria es un componente crucial para el desarrollo
integral de los estudiantes como ciudadanos activos y comprometidos. A lo largo de este artículo,
se ha evidenciado cómo la enseñanza de la ciudadanía ha evolucionado desde enfoques
tradicionales, influenciados por intereses ideológicos y políticos, hacia perspectivas más dinámicas
y centradas en el estudiante.
El enfoque de la ciudadanía activa, inspirado en el reporte del Grupo Consultivo en Ciudadanía de
Londres, responde a la necesidad urgente de combatir la apatía cívica entre los jóvenes. La
propuesta de ética cívica de Adela Cortina y la democracia deliberativa de Jürgen Habermas
proporcionan marcos teóricos robustos para fomentar una participación democrática reflexiva y
fundamentada en valores éticos sólidos.
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Además, el desarrollo del pensamiento crítico emerge como una competencia esencial para que los
estudiantes puedan analizar y evaluar problemas sociales complejos, formulando juicios razonados
y tomando decisiones informadas. Estrategias pedagógicas como el aprendizaje basado en
problemas y los juegos de roles demuestran ser efectivas para involucrar a los estudiantes de
manera activa en su proceso de aprendizaje, promoviendo habilidades sociales, la resolución de
conflictos y la empatía.
En síntesis, una educación secundaria que integra estos enfoques y metodologías no solo mejora el
desempeño académico de los estudiantes, sino que también los prepara para ser ciudadanos
responsables y participativos en una sociedad democrática. Es imperativo que los sistemas
educativos adopten estas prácticas para formar generaciones futuras capaces de contribuir
positivamente al bien común, respetando la diversidad y participando activamente en la vida
democrática.
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