Asimismo, respecto, a los niveles de interacción organizacional, los resultados evidencian que un
57,1%; 47,4% y 63,4% de niños y niñas de 3, 4 y 5 años respectivamente interaccionan con sus
profesoras en un nivel bajo, esto significa que, las interacciones no facilitan la transferencia de
conocimientos, ni fomenta la colaboración, ni el trabajo en equipo entre niños y niños con la
profesora, consecuentemente no contribuye al logro de los objetivos planificados. Además, no se
estaría promoviendo una interacción organizacional en las aulas de manera saludable y efectiva
que puede mejorar el clima del aula, que fortalezca las relaciones interpersonales y aumentar la
satisfacción tanto de la profesora como de los niños y niñas. Mientras, que 38,1%, 39,5% y 41,5%
de niños de 3, 4 y 5 años respectivamente demuestran una interacción media y 4,8%, 13,2% y 19,5%
de niños de 3,4 y 5 años respectivamente evidencian una interacción alta.
Además, con relación a los niveles de interacción pedagógica, los resultados evidencian que un
57,1%, 52,6% y 53,7% de niños y niñas de 3,4 y 5 años respectivamente interaccionan con sus
profesoras en un nivel bajo, esto significa que, no se evidencia entre estos dos agentes educativos
una comunicación bidireccional, donde tanto la profesora como los niños y niñas participen
activamente, incluyendo actividades como la explicación de contenidos, la realización de preguntas
y respuestas, la retroalimentación y crear un ambiente propicio para el desarrollo integral de los
niños y niñas. Asimismo, 38,5%, 39,5% y 31,7% de niños y niñas respectivamente evidencian una
interacción pedagógica media. Mientras, que 4,8%, 7,89% y 14,6% de niños y niñas de 3, 4 y 5 años
respectivamente demuestran una interacción pedagógica alta.
Finalmente, respecto, a los niveles de interacción entre docentes y estudiantes, los resultados
evidencian que un 57,1 %; 44,7% y 48,8% de niños y niñas de 3, 4 y 5 años respectivamente
interaccionan con sus profesoras en un nivel bajo, esto significa que, hay limitaciones en la
comunicación, relación y participación activa entre estos dos agentes educativos. Además, implica
limitaciones en la utilización de un lenguaje claro y adaptado al nivel de compresión de los niños y
niñas, la realización de preguntas, escucha activamente y responde a las inquietudes y comentarios
de los niños. Asimismo, la relación afectiva que establece el docente para con los niños sería no tan
cercana y poco afectuosa y no estaría fomentando un ambiente de confianza y seguridad, donde los
niños se sientan cómodos para expresar sus ideas, emociones y necesidades. Y finalmente, el
aprendizaje estaría limitado porque no se estaría creando oportunidades para la participación
activa, trabajo en equipo, brindando retroalimentación constructiva con ejemplos y ejercicios
prácticos para ayudar a comprender los conceptos y adquirir habilidades. Mientras, que 33,3%;
36,8% y 31,7% de niños de 3, 4 y 5 años respectivamente demuestran una interacción media y 9,5%;
18,4% y 19,5% de niños de 3, 4 y 5 años respectivamente evidencian una interacción pedagógica
alta
DISCUSIÓN
Las unidades de análisis, han sido tomadas de forma no aleatoria en un número de 100 y 11
docentes de las aulas de 3, 4 y 5 años, por lo que son representativas y válidos en y se generalizan
para contextos de la educación rural, es decir, se proyecta y aplica los resultados en contextos
similares y las características de la muestra. En este sentido se afirma que los resultados que se
han obtenido tienen un rango de aplicación limitado a lo ya expuesto.
Los análisis estadísticos descriptivos realizados a los datos evidencian, una interacción baja entre
las profesoras y los niños y niñas de la red educativa donde se realizó el estudio, lo que indicaría
que las interacciones, entendida como el conjunto de influencias recíprocas entre las profesoras,
niños y niñas no estarían desencadenando en actitudes que favorezcan al entendimiento emocional,
organizacional y pedagógico. Este resultado estaría indicando que el encuentro cotidiano entre las
profesoras y niños no encuentran un cause en el diálogo, en una interlocución que le permita
relacionarse de manera que se impacten entre ambos agentes educativos.