INTRODUCCIÓN
Los viajeros se desplazan motivados por relatos de viajes y facilidades de transporte. El creciente
movimiento de viajeros generó la necesidad de información respecto a la ubicación de lugares,
historia, territorio, cultura local y tradiciones, lo cual, propició la aparición del servicio de guiado
e interpretación con fines turísticos, sobre la base del conocimiento del lugar y dominio de lenguas,
para cumplir el rol de puente entre culturas (Gavinelli y Romero, 2018). Si bien los destinos
ostentan abundante potencial turístico, se observa falta de competencia lingüística y cultural en
quienes ejercen este servicio, lo que indica una débil capacitación.
Una vertiente fundamental de conocimiento para la información turística, lo constituye la lengua
originaria del lugar, pero que, ostensiblemente viene siendo postergada y en ciertos casos hasta
ignorada, a pesar del indudable aporte que significa para el desarrollo turístico. De persistir esta
situación, el quechua se irá confinando a sectores aislados y remotos con la consecuente pérdida de
valioso conocimiento ancestral que servirían para diseñar productos competitivos, acorde a las
expectativas y exigencias de los turistas actuales.
Álvarez y Limbach (2021) al estudiar la interpretación bilateral en España sobre niveles de
competencias requeridas para la interpretación, encontraron que la expresión en lengua materna
es afectada por la debilidad en memoria, técnica de toma de notas y por la gestión del discurso, en
tanto que, en la expresión en lengua extranjera había errores sobre léxico, expresiones, gramática
y cambios de intensidad en el discurso. Por una parte, el cambio de intensidad del discurso altera
la recepción del mensaje interpretativo; por otra, la categoría gramatical alude a declinaciones,
conjugación del verbo, concordancia sujeto-verbo y oraciones subordinadas, así como también
errores en números, fechas y horas.
Por su parte, Pacho (2022) al estudiar la identidad lingüística y actitudes de los estudiantes de
Puno, refiere que, con la pérdida de una lengua originaria también se pierde una cultura y que las
actitudes lingüísticas dependen de la experiencia personal y del entorno social.
Ojeda (2021) señalan que, la importancia del patrimonio cultural, los desafíos que plantea su
conservación, junto con el potencial de recursos que contiene para el desarrollo inmediato y futuro
de la sociedad, constituyen motivos fundamentales que demandan una adecuada estrategia que
promueva su conocimiento, disfrute y conservación, como legado que ha de transmitirse a las
generaciones del futuro. Los resultados que se aportan sustentan los pasos integrantes de la
metodología que se sigue para la interpretación de obras de interés patrimonial, siendo
significativo para profesionales de la formación en el sector turístico.
Herrera, et al (2020) hace referencia a la identidad lingüística como el vínculo y sentido de
pertenencia de un individuo o institución con las particularidades verbales de la comunidad de
habla, tuvo como objetivo, analizar la identidad lingüística de establecimientos escolares urbanos
de la ciudad de Talca, Chile. Los resultados evidencian, una identidad lingüística marcada por la
asimetría entre funcionarios escolares y estudiantes, comparaciones y fomento de la competencia,
que disminuyen el compromiso y sentido de pertenencia de los informantes, poniendo en riesgo el
éxito escolar. Por el contrario, felicitaciones, altas expectativas y prácticas discursivas positivas
generan en los estudiantes empatía con la identidad lingüística.
Alarcón (2019), en su estudio de los elementos culturales de traducción inversa del texto turístico
de experiencias exitosas de TRC en Chiclayo, Perú, encontró 126 elementos culturales recurrentes:
el 40% referente a patrimonio cultural, incluyendo creencias, bailes, lugares turísticos, festividades
y comidas; 35% concerniente al medio natural, en especial flora y fauna; 21% sobre cultura social,
referidos a los hábitos, cortesía, modos de comer, hablar, vestir y costumbres; 2% acerca de falsos