INTRODUCCIÓN
En el Perú, se enfrenta un problema relacionado con las competencias interculturales y las
actitudes democráticas, el cual tiene sus raíces en los estereotipos culturales presentes en el país.
Estos estereotipos se reflejan en las marcadas brechas sociales entre las zonas urbanas y rurales,
así como en la discriminación hacia los pueblos originarios y étnicos. A día de hoy, persisten
discursos etnocéntricos que promueven comportamientos e imágenes ofensivas y discriminatorias
hacia aquellos que son diferentes en términos de cultura, etnia, orientación sexual, género, lugar
de origen, dogmas u otras características que conforman su identidad.
Frente a esta problemática, la Organización de las Naciones Unidas (ONU, 2021) ha exhortado a
los países a desarrollar políticas de interculturalidad, con el objetivo de adquirir y fortalecer
capacidades interculturales para enfrentar la diversidad en la que se desarrolla el ser humano. Es
por ello que las competencias interculturales requieren comprender la propia cultura y reconocer
que cada cultura aporta una opción entre múltiples posibilidades. Además, se hace necesario que
la educación de los jóvenes se enfoque en este sentido.
Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF, 2020), las familias tienen
diferentes concepciones acerca de la discriminación racial, étnica y cultural, por lo que resulta
fundamental enseñar y dialogar con los hijos desde temprana edad sobre estos temas. Las
estadísticas en Perú reflejan la gravedad de esta situación, ya que el 81% de las personas ha
experimentado algún tipo de discriminación, y un 79% considera que el país es racista. Estas
actitudes discriminatorias están presentes en el ámbito cotidiano, ya sea en el hogar, la escuela, la
universidad, los espacios públicos o el entorno laboral.
Las competencias interculturales se basan en la amplia diversidad cultural presente en todo el
mundo. Esta diversidad cultural permite su reconocimiento, y las competencias interculturales
implican comprender nuestra propia cultura, así como reconocer que cada cultura aporta una
opción entre muchas posibilidades diferentes. Según la ONU (2017), las competencias
interculturales nos permiten apreciar la diversidad y la riqueza cultural que existe en el mundo.
En consonancia con esta perspectiva, Quintero (2018) ha elaborado una propuesta para promover
la inclusión de la formación cívica y ética en los estudiantes, con el objetivo de mejorar su
competencia intercultural. Además, sostiene que, al incorporar la formación cívica y ética, es
posible identificar el nivel de competencias que poseen los estudiantes, así como su comportamiento
frente a la interculturalidad.
La interculturalidad puede ser considerada como una concepción tanto práctica como teórica de
carácter universal. Esta concepción abarca una variedad de culturas presentes en distintas
sociedades, basándose en los principios de igualdad, transformación social e interacción. La
interculturalidad implica una opción ética e ideológica de carácter personal, una forma de
comprender y experimentar las relaciones sociales, así como una manera de abordar y llevar a cabo
la educación. Al comprender lo expuesto en esta definición, se pueden distinguir características
que la distinguen de otras definiciones existentes (Cano, 2013).
Por otro lado, Uturria (2020) llevó a cabo la traducción de las concepciones que un grupo de
estudiantes de primaria tienen acerca de la diversidad cultural. En su estudio, destaca de manera
precisa que las concepciones de los estudiantes respecto a otras culturas se manifiestan,
evidenciando que rara vez las costumbres influyen en la forma en que se relacionan o presentan
ante personas de diferentes orígenes.
Los aspectos de la competencia intercultural, al igual que en la definición general de competencia,
abarcan conocimientos, habilidades y actitudes que deben ser poseídos por aquellos involucrados