deduce a mayor presencia de la depresión, mayor presencia de la dependencia funcional (Runzer-
Colmenares, y otros, 2017). Esta relación nos indica un peligro de la pérdida funcional en los
adultos mayores que presenten síntomas de depresión, que se complica con la disminución de sus
actividades físicas y cotidianas por la pandemia.
La actividad física contribuye en generar placer, felicidad y tranquilidad; y mejora el bienestar
psicológico produciendo un envejecimiento activo en el adulto mayor; teniendo en cuenta que un
estilo de vida rutinario en esta pandemia puede ser un factor de aislamiento e inactividad con la
aparición de un estado de ánimo depresivo. El proyecto de Actividad Física Virtual responde la
necesidad de atención a un sector vulnerable en este tiempo de pandemia COVID -19 y no exponer
al contagio del virus, con una intervención motora virtual.
La depresión como proceso afectivo que se dañan con el paso del tiempo e incremento de la edad,
se origina por múltiples factores, como el temor a la muerte, necesidad de comunicación social, la
desesperanza, inadaptación la jubilación, entre otros (Llanes, López, Vázquez, & Hernández,
2015).
“La depresión es un trastorno de estado de ánimo crónico o recurrente que afecta la habilidad para
enfrentarse a la vida cotidiana” (Obregón-Morales, y otros, 2020, p.1). En el caso del adulto mayor
en una situacion de pandemia, existe varios factores que afecta el ánimo del adulto mayor como la
mala calidad de sueño, la ausencia de los miembros de la familia, el confinamiento o aislamiento
social, la falta de actividad física, que pueden desatar síntomas de depresión.
El estado emocional, la preocupación excesiva, temor, incertidumbre, tristeza, agobio frente a las
circunstancias que actualmente rodean a los adultos mayores provocan miedo, muchas
desencadenando en la depresión, que es producto de la presencia de pensamientos automáticos que
interfieren en su vida del adulto mayor y en la vida de quienes le rodeen (Salcedo, 2020).
La presencia de la depresión geriátrica se presenta tanto en la zona urbana y rural con una
incidencia mayor con el 48,7% en la zona urbana con niveles de casi alto a muy alto (Saltos, Zavala-
Calahorrano, Ortiz-Villalba, Mayorga-Valle, & García, 2020). Se podría señalar que en condiciones
de pandemia los adultos mayores de las zonas rurales no tuvieron mucho impacto en cuanto al
confinamiento, pues en el campo las actividades agrícolas y ganaderas de supervivencia fuero casis
normales. Las actividades del adulto mayor no fueron afectadas, pues ellos tenían que ir a trabajar
al campo para comer.
La vejez o edad adulta mayor es la última etapa de vida de las personas, probablemente la más
temida debido a los cambios físicos y cognitivos que se muestran con el envejecimiento, con el
abandono o rechazo familiar al que este grupo etario debe enfrentar. Cuando los familiares no
brindan el apoyo psicoafectivo, puede originándole pensamientos y la sensación de soledad y
abandono, y si estos pensamientos y sentimientos son constantes, podrían conllevar a una
depresión (Izquierdo, 2020).
En la cuarenta la soledad y el aislamiento ha sido relacionados con la angustia, miedo, cuadros de
insomnio, desestabilidad psicológica, así como la presencia de la irritabilidad, con el incremento de
los trastornos emocionales conllevando a la ansiedad y depresión (Brooks, y otros, 2020). El
aislamiento en la pandemia fue un factor negativo en los adultos mayores, pues crearon condiciones
para la presencia de cuadros depresivos.
En la actualidad el COVID-19, no tuvo preferencia ni barreras socioeconómicas, regional o local;
generó morbimortalidad en las personas con enfermedades no transmisibles y con una inactividad
física, siendo los más propensos a desarrollar la neumonía y síntomas respiratorios severos. Se
acentuó con la pandemia los comportamientos de riesgo no saludables (alteración de sueño, abuso
de sustancias, tabaquismo, etc.) y la inactividad física promoviendo alteraciones de aspectos